
Cómo encuentro mi equilibrio entre negocio y familia.
Diciembre es un mes en el que tendemos a compartir más tiempo en familia.
Además de las reuniones de Navidad, si tienes niños o niñas es posible que te apetezca hacer planes con ellos para disfrutar de las actividades navideñas: ir a mercadillos, visitar algún pueblo, o dar paseos por el centro de la ciudad disfrutando de los decorados.
Puede que, también, estas fechas sean de altísimo trabajo, y no cuentes con el tiempo que te gustaría para disfrutar con tu familia.
No te engañaré, emprender implica muchas horas de dedicación. Pero la diferencia está en que esas horas (además de estar invertidas en algo que te apasiona) se amoldan a tu estilo de vida. Y no al revés.
Si para ti la familia es una prioridad, emprender no es algo que te vaya a permitir pasar más cantidad de tiempo con ellos. Pero sí que te dará la flexibilidad para estar cuando ellos, o tú, lo necesitéis.
Para mí Diciembre significa familia, cumpleaños, disfrutar, parar y reflexionar sobre qué quiero para el año que entra y que me gustaría soltar.
Significa vacaciones, elegir hacer un parón de un mes con mis clientas de mentoría, que me agradecen porque casi todas tienen hijos y les apetece también centrarse en sus familias.
Planifico todo mi año de trabajo para que este parón sea posible en mi negocio.
- Porque esto me hace feliz.
- Ese es el estilo de vida que quiero tener.
- Estar presente con mi hija en casa y poder estar con ella para mí es un regalo.
Pero, por supuesto, el lado B también existe.
- Trabajar más horas de las que querrías porque te quedas corta con el tiempo que imaginabas que te llevaría.
- Tener cientos de interrupciones con los peques que se ponen malos, una semana sí y una no, y te hace sentir que no vas al ritmo que te gustaría.
- Por no decir la montaña rusa emocional que supone el emprendimiento.
Tantos planes que hacer, tantas cosas nuevas que aprender y el tiempo que te lleva entender lo que funciona y lo que no…
Y por el camino subidas y bajadas de ánimo, con la soledad que supone tomar decisiones, y muchas veces sin nadie alrededor que entienda del todo qué es lo que haces. 🙂
Al menos estas son las cosas que me ocurren a mí, que siento que hago malabares para estar el tiempo que quiero estar con ellos que son lo que más me importa.
Pero, mi faceta profesional también me importa:
- Porque es dónde puedo vivir en valores, me permite expresar mis talentos y sentirme realizada. Y tampoco quiero renunciar a eso.
- Porque me conecta con el legado que quiero dejar a mi hija.
Deseo que sus condicionamientos, cuando tenga que decidir a qué dedicarse, sean potenciadores cómo: Lo imprescindible es que le guste lo que haga y lo disfrute y que esté en su zona de talento porque lo demás ya vendrá.
Y sé que ese condicionamiento potenciador será posible si yo vivo alineada con eso y se lo transmito.
Porque la Núria de antes, que pensaba que eso era lo único que podía hacer, le hubiera enseñado la importancia de la salida laboral, de las oportunidades del mercado, de escoger una carrera demandada por las empresas a pesar de sentir una profunda insatisfacción laboral.
Y cuando después de un trabajo de crecimiento personal entendí cuál era mi propósito, y que no tenía una oportunidad real de que una empresa pudiera ofrecerme una posición profesional así, nació la posibilidad de emprender en mí.
Pero tuve claro que después de tanta frustración, no quería volver a lo mismo, y que era vital emprender con pasión y sentido.
- Para poder vivir de lo que amas y tener una vida que tenga sentido para ti.
- Para ser tu propia jefa (si es lo que quieres) y decidir tus horas de trabajo y de familia.
En definitiva, la importancia de dar un sentido a lo que hacemos para que el crecimiento profesional y familiar vayan de la mano.
No es fácil el camino, que no te vendan lo contrario, pero dime:
¿Qué es fácil que merezca la pena ser vivido?
Espero que este artículo te haya servido, inspirado o motivado y me compartas tus comentarios y preguntas debajo de esta publicación.
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